Leonor y Sofía:
Las princesas de Letizia de Borbón
Las princesas de Letizia de Borbón
Por Michelle Soto / Fotos ZumaPress
Para Leticia Ortiz de Borbón, Princesa de Asturias, aquellas niñas de inocente sonrisa le ayudaron a transitar hacia una nueva faceta en su vida. Más allá de un título de nobleza, Leonor y Sofía se han convertido en las princesas del corazón de su madre.
A veces, la lluvia es ingrata. El paseo que las tres hermanas Ortiz Rocasolano habían planeado para aquella tarde se había, literalmente, aguado. Sin más qué hacer, la pequeña Letizia se acostó en la cama, boca abajo, con su rostro apoyado en los pequeños brazos mientras movía su pie al ritmo del aburrimiento.
“Princesa, a tu edad debería estar prohibido aburrirse”, escuchó decir a su abuela cuando, a la orilla de la cama, se preparaba para contarle una historia.
“Esa, estoy segura, fue la primera vez que alguien me llamó princesa. Y cada vez que ahora lo oigo, repetida, automáticamente, me acuerdo de la lluvia de aquella tarde en blanco”.
“Esa, estoy segura, fue la primera vez que alguien me llamó princesa. Y cada vez que ahora lo oigo, repetida, automáticamente, me acuerdo de la lluvia de aquella tarde en blanco”.
Princesa, así llamaría ella también a sus hijas.
La mujer que se enamoró de Felipe
Cuando Leticia Ortiz Rocasolano (España, 1972) aceptó la invitación de su colega periodista Pedro Erquicia, no sabía que en aquella noche se le iba a transformar la vida.
El hombre de quien se enamoró era alto, de ojos claros, trigueño, de buen conversar, carismático y bromista, a eso se añade que es amante de la lírica de Borges con lo que ya suponía un punto de encuentro.
Cruzó miradas con Felipe de Borbón, Príncipe de Asturias, durante aquella cena. Pero pasarían muchas cenas más, paseos y llamadas para confirmar que la corazonada era cierta.
“Le digo Filíp, le digo Bombón, le digo Chico Alto, le digo Principeazú(andaluz puro), o no le digo nada y me lo quedo viendo, en silencio, hacerse el serio, hablar de macroeconomía con Gustavo, hablar de política con Juan Carlos. Siempre serio, aunque se le escape por los cuatro costados el niño que lleva adentro. Nunca le falta un segundo para mirarme. Le hago gestos sutiles con los ojos. O me pongo bizca durante un segundo. Él me quita la mirada para no reír”, detalla Letizia sobre las bromas que le hace a su Príncipe.
“Él me dice Letu, me dice Doña, me dice por mi nombre, pero la mayoría de las veces me dice Ortiz, y cuando me dice Ortiz me inunda de amor, porque es como un chico alto, gigante, que quisiera ser pequeño. A veces nos miramos horas enteras y no nos decimos nada”, confiesa en su diario electrónico.
“Él me dice Letu, me dice Doña, me dice por mi nombre, pero la mayoría de las veces me dice Ortiz, y cuando me dice Ortiz me inunda de amor, porque es como un chico alto, gigante, que quisiera ser pequeño. A veces nos miramos horas enteras y no nos decimos nada”, confiesa en su diario electrónico.
Mantuvieron su relación en secreto, hasta que el 1 de noviembre de 2003, los Reyes de España anunciaron el compromiso matrimonial entre su hijo y Leticia Ortiz. La tradicional pedida de mano se realizó seis días más tarde en el Palacio Real El Prado, en donde ambas familias intercambiaron regalos y oficializaron la unión.
La boda se llevó a cabo el 22 de mayo de 2004 en la Catedral de la Almudena. Felipe de Borbón desfiló del brazo de su madre hasta el altar. Cuando las notas de Haendel se escucharon en la iglesia, el corazón de Jesús Ortiz sabía que su hija había encontrado a su príncipe.
El día que llegó Leonor
A los 32 años, Letizia de Borbón estaba embarazada de su primogénita. A pesar de su condición, la futura madre no alteró su agenda oficial hasta el sétimo mes. Tras un episodio de contracciones, que la tuvo en observación por tres horas, guardó reposo y se apartó de la vida pública.
La esperaban para noviembre, pero ella decidió adelantarse. Pasadas las ocho de la noche del 30 de octubre de 2005, los Príncipes de Asturias se acercaron a la Clínica Ruber Internacional de Madrid. Tras cinco horas, los médicos optaron por la cesárea.
La niña nació a las 2:30 de la madrugada del 31 de octubre. Felipe de Borbón permaneció siempre al lado de su esposa y fue narrándole el nacimiento. La pequeña midió 47 centímetros y pesó tres kilos y medio.
Sofía, como su abuela
Leonor desvelaba a sus padres con sus ocurrencias, sus primeros pasos y palabras, cuando la noticia de que tendría una hermanita le llegó a sus oídos. El 25 de setiembre de 2006, Letizia de Borbón recién celebraba sus 34 años cuando dio a conocer que esperaba a su segunda hija.
Leonor desvelaba a sus padres con sus ocurrencias, sus primeros pasos y palabras, cuando la noticia de que tendría una hermanita le llegó a sus oídos. El 25 de setiembre de 2006, Letizia de Borbón recién celebraba sus 34 años cuando dio a conocer que esperaba a su segunda hija.
El 29 de abril, los Príncipes de Asturias ingresaron a la Clínica Ruber Internacional después de las 12 pm. La labor de parto fue corta y a las 4:50 pm, tras una cesárea, la niña de aproximadamente tres kilos y 50 centímetros de estatura, emitía su primer llanto.
La niña era, quizás, un poco más morena, pero rasgos similares a los de Leonor se evidenciaban a simple vista. Al lado de su esposa, Felipe de Borbón nombraba a su nueva hija con el nombre de su madre: Sofía.
Muchos llegaron al hospital a conocer a Sofía. Los Reyes de España, Sofía y Juan Carlos, así como el Presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero y su esposa, desfilaron hasta la habitación 17.
Las niñas de la casa
Si bien son de la realeza española, Leonor y Sofía son, ante todo, niñas. Y sus padres no pretenden que se comporten de otra manera que no sea genuina para ellas.
Si bien son de la realeza española, Leonor y Sofía son, ante todo, niñas. Y sus padres no pretenden que se comporten de otra manera que no sea genuina para ellas.
Leonor es simpática y adora las cámaras. Cuando estaba de visita en el hospital, constantemente jalaba a su padre hasta donde estaban los camarógrafos. Trataba de juguetear con los micrófonos, hasta que Felipe de Borbón los desenfundó para que Leonor pudiera jugar con el cobertor de espuma y estuviera entretenida mientras él daba declaraciones.
Su abuela, la Reina Sofía, no escatimó en calificar a sus nietas como hermosas, buenas y tranquilas. Su abuelo, el Rey Juan Carlos, se refirió a Sofía como una niña muy mona.
Más allá de los títulos de nobleza, las infantas disfrutan en un ambiente familiar. Leonor celebró su primer año con sus padres, y más adelante visitó un parque zoológico donde conoció y se entretuvo con los animales.
El mismo Felipe de Borbón manifestó que estaba feliz de ser padre, y que la cuestión de la sucesión monárquica era algo en lo que no pensaba por el momento aunque sí le alegraba, que con el nacimiento de las infantas, se consolidaba la dinastía.
Para Letizia Ortiz de Borbón, el propiciar un ambiente “normal” para sus hijas es clave para el crecimiento de las niñas. El propio Príncipe de Asturias se inscribió en el Colegio Santa María de los Rosales sin ostentar ninguna de las distinciones ni títulos reales, fue tan sólo un niño más.
La pequeña Sofía lleva ese nombre por su abuela, la reina Sofía de España y será bautizada el 15 de julio en el Palacio de la Zarzuela.
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